domingo, 27 de septiembre de 2015

Un libro, mi mar de pensamientos, tu mar de sentimientos.

Recuerdo el libro que te regalé ese día memorable para nosotros, a pesar de ser yo todo un pirata, aquel ejemplar no fue víctima de mis malas mañas, es hasta ahora la única obra literaria que he comprado para apreciar la inmensidad de la creatividad humana plasmada en palabras impresas en hojas de papel, irónicamente nunca lo terminé de leer por quedarme naufragando en la mitad de un mar de pensamientos, por dejar que la magia de las cosas simples me invitara a buscar aquellas maravillas del día a día que solo un ojo encantado puede percibir. Muchas veces fuiste poetiza sin pretenderlo, me mostraste las maravillas que ven tus ojos, las que saborea tu garganta, las que siente tu piel, las que recrea tu mente cargada de morbo y  romanticismos raros, por eso quise alimentar tu sensibilidad con mi regalo. Al entregarte el libro y ver tu sonrisa, me imaginé su futuro, cuando lo abras leerás unas cuantas palaras o tal vez una página completa y verás como las letras se mezclan con el recuerdo, tejiendo fantasías e imaginando una realidad alternativa en la que ambos fuéramos los protagonistas de una novela digna de ser escrita. Fingirás leerlo acostada en tu cama, rodeada de tu almohada y de tu realidad, de esa forma creerán que son las palabras del libro las que te impactan a tal nivel, que las emociones se hacen evidentes en tus ojos de ventana y en tus mejillas rosadas, no  lo terminarás de leer porque así como esas letras fueron para mí un mar de pensamientos, para ti serán eternamente un mar de sentimientos.

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